En días recientes, la gente de nuestro estado ha sido testigo de la llegada de cientos de personas, la mayoría quienes son mujeres y niños, a varios lugares en el sur de California. Los obispos de California brindamos nuestra solidaridad con nuestros hermanos y hermanas migrantes quienes están llegando a nuestro estado y ofrecemos una oración que Dios los hará llegar al ambiente seguro que ellos buscan.
También reconocemos nuestra responsabilidad como iglesia de compasión para asistirles y proveerles el apoyo práctico y pastoral que tanto necesitan.
Estos niños y familias han tenido una larga jornada a nuestro país, huyendo de la violencia y destitución en Centro América. Desgraciadamente, su experiencia aquí en California hasta el momento ha sido marcada por hostilidad y caos. Ellos están cansados, asustados, y aferrados a la esperanza.
La gravedad de esta situación sobrepasa a la política; es realmente una crisis humanitaria que nos llama a todos nosotros Católicos y personas de buena voluntad, a responder con compasión y con acción inmediata.
Estamos sumamente preocupados sobre el bienestar y la seguridad de miles de niños desacompañados quienes han cruzado la frontera, sin un padre o guardián y sin ningún familiar aquí en los EE.UU. Ellos necesitan desesperadamente de nuestra ayuda.
Los oficiales federales creen que grupos de migrantes continuarán a llegar a lo largo del verano. Las diócesis más afectadas les pedirán a los feligreses y a otros que donen su tiempo y dinero hacia esta causa. Les pedimos a Uds. que respondan a este llamado. En este momento crítico, la parábola de Jesús que habla sobre el Buen Samaritano nos recuerda de los que estamos llamados a hacer.
Las agencias federales, estatales, y locales también desarrollan un papel en responder a esta situación dolorosa. Le urgimos al Congreso que provea los recursos necesarios para cuidar de los niños desacompañados. También le pedimos oposición al pedido de la Administración que aprueba la autoridad de trayectoria rápida (referido en inglés como “fast track authority”), la cual podría mandar a los niños de regreso a la violencia de la que ellos mismos huían sin una audiencia apropiada – y que está en violación de sus derechos humanos.
Reconocemos la pasión que rodea este tema. Le pedimos a todo californiano de buena voluntad que se exprese con civilidad y respeto, y que se abstenga de violencia. Le pedimos a la comunidad Católica que se una en solidaridad con estos niños de Dios, nuestros hermanos y hermanas, y que les brinden su ayuda y esperanza.
Nuestra fuerza como nación siempre ha sido un asunto de corazón. Que el corazón de Cristo guie a la gente de California a una respuesta justa y llena de compasión para tantos niños reunidos en nuestra puerta.
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