La noticia de esta semana sobre el histórico abuso sexual de menores en seis diócesis de Pennsylvania es realmente horrorosa. La confianza fue lo primero que se traicionó a través de estos ataques a inocentes; sin embargo, el encubrimiento sistemático y la reasignación de esos sacerdotes llevada a cavo por sus obispos y superiores religiosos es simplemente imperdonable.
Como he dicho en varias ocasiones, nosotros – la Iglesia y sus ministros – debemos atenernos a un estándar más alto. Estamos llamados a proteger y mantener a salvo los niños, los jóvenes, y todas las personas vulnerables. No puede haber atajos, nada puede excusar estos actos inmorales y pecaminosos.
La Diócesis de San José permanece comprometida a la protección de los hijos e hijas de Dios y a fomentar ambientes más seguros para alabar, aprender y vivir.
Me hago eco de los obispos de Pennsylvania, quienes han pedido perdón. Aunque bien sabemos que el perdón no absuelve a los perpetradores de las consecuencias de estas graves transgresiones contra los indefensos.
Finalmente, les pido rezar por las víctimas y sus familias. Al mismo tiempo les pido también rezar por la vasta mayoría de los sacerdotes – del presente y del pasado – que han sido fieles a su ministerio. Ellos, también se afligen por la terrible mancha de este pecado que a perjudicado a tantos.
Que Dios los bendiga a todos
Agosto 15, 2018