La Iglesia Católica apoya a todas las víctimas de crímenes, especialmente a las víctimas de crímenes violentos. Como Obispo de San José, también apoyo y felicito al Fiscal de Distrito del Condado de Santa Clara, Jeff Rosen, por su decisión profética y ejemplar de reajustar las sentencias de pena de muerte en nuestro condado a cadena perpetua. Esta decisión es un paso importante hacia el respeto de la santidad de toda vida humana, el cual es un principio fundamental de la enseñanza social católica.

El Catecismo de la Iglesia Católica afirma claramente que “la pena de muerte es inadmisible, porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona” (CIC 2267). Esta enseñanza refleja un profundo respeto por la vida humana, incluso frente a crímenes graves. Si bien apoyamos a las víctimas y a sus seres queridos en su dolor y pena por sus pérdidas, también reconocemos la posibilidad de conversión y redención para cada alma, enfatizando nuestro llamado a fomentar una cultura de vida que busca justicia sin recurrir a la pena de muerte.

La enseñanza social católica nos insiste a reconocer la dignidad de cada ser humano, especialmente de los más vulnerables. En consonancia con estas enseñanzas, la Iglesia aboga por una ética de vida coherente que abarca a los no nacidos, los pobres, los migrantes, los enfermos y aquellos que se encuentran en el sistema de justicia penal. Como ha expresado el Papa Francisco: “Toda vida tiene un valor inestimable, incluso los más débiles y vulnerables, los enfermos, los ancianos, los no nacidos y los pobres, son obras maestras de la creación de Dios, hechas a su propia imagen, destinadas a vivir para siempre y merecedoras de la mayor reverencia y respeto.” El mismo Jesús se identificó con los marginados: “Porque tuve hambre… fui extranjero, y me recibieron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y vinieron a Mí” (Mt 25, 35-36).

La decisión del fiscal Rosen se alinea con estos valores, desafiándonos a buscar alternativas a la pena de muerte que respetan la vida y la dignidad humana, promueven la rehabilitación y fomentan una sociedad más segura y compasiva. Es un llamado a alejarnos de la justicia punitiva hacia una justicia restaurativa que sana y reconstruye vidas.

Apoyemos esta decisión como comunidad que valora cada vida humana. Sigamos trabajando juntos hacia una unión más perfecta, construyendo un sistema de justicia que refleja nuestro compromiso con la vida, la misericordia y la redención. Oremos por la fuerza para defender la dignidad de todas las personas y por la sabiduría para encontrar caminos que conduzcan a la verdadera justicia y paz.