Bishop’s Christmas Message in EnglishVietnamese

 

 

“Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros” (Jn 1:14). Este fue el momento dramático y fundamental en la historia de la humanidad, cuando Dios que creó el mundo y entró en una alianza amorosa con la humanidad, envió a su único Hijo al mundo para traer la redención a través de su encarnación, muerte y resurrección.

Los últimos nueve meses de la pandemia nos han puesto a prueba, han puesto a prueba nuestra paciencia, han puesto a prueba nuestra fuerza de espíritu, y estamos cansados.  Cuán bienvenida es esta celebración de Navidad, mientras reflexionamos en la promesa cumplida de nuestro Dios: ” Yo apacentaré Mis ovejas y las llevaré a reposar “(Ez 34:15).  Jesús viene en la oscuridad de la noche para traer luz a la humanidad.  Viene a un mundo hambriento, muchos literalmente hambrientos y todos espiritualmente hambrientos, para ser el “pan que desciende del cielo” (Jn 6, 50).  Llega a un mundo dividido por la injusticia racial, ahogado por el humo de los incendios, herido por las dificultades económicas, cansado de las luchas políticas.

“Y sucedió que mientras estaban en Belén, le llegó a María el tiempo de dar a luz. Y allí nació su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en el pesebre…” (Lc 2: 6-7).  Esta escena, encubierta de serenidad, donde María coloca a Jesús en el pesebre, en la oscuridad de la noche, como alimento para el mundo, habla a nuestra propia hambre y esperanza.  En la oscuridad de la pandemia, esperamos luz.  En el estrés del distanciamiento y el aislamiento, tenemos hambre de amor y seguridad.  Más tarde Jesús diría: “Yo soy la luz del mundo” (Jn 8, 12), y “Yo soy el pan de vida” (Jn 6, 48).  En una época en la que el mundo está especialmente cansado de las tinieblas de un año difícil y hambriento de consuelo y paz, damos la bienvenida a María acostando a Jesús en el pesebre como pan para alimentar nuestra hambre y como luz para un mundo en la oscuridad.

Al iniciar un año nuevo, uno de jubileo y de dar gracias a Dios al cumplir 40 años desde la creación de la Diócesis de San José, estamos agradecidos de que el Papa Francisco haya declarado El Año de San José, uno de nuestros dos santos patronos diocesanos (junto con Santa Clara).  San José protegió y cuidó a María y a Jesús, especialmente en momentos de peligro, dificultad, y desafío.  ¡De igual manera, que nos proteja y cuide de nosotros hoy!

¡Permanecen en mis oraciones y les deseo una Navidad llena de alegría y paz!

Señor Obispo Oscar Cantú